Generación ¿Y?: buscando un sentido

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Mucho leí e investigué sobre la famosa «Generación Y», mi generación. Me intrigaba saber cómo nos están describiendo y qué observan los sociólogos y expertos que nos está sucediendo a los que tenemos entre 18 y 30 años en este momento. Somos los jóvenes de hoy y el futuro del mañana. La clave es que tomemos conciencia del potencial de esta generación.

Para hacer una breve síntesis, la generación “Y” es aquella a la cual pertenecemos los nacidos entre 1984 y 1996, a pesar de que los años exactos varían según el analista en cuestión. Somos los que hoy tenemos entre 18 y 30 años, quienes vimos nacer y crecer el mundo de la web 2.0 y nos estamos incorporando y adaptando al mundo laboral. Las características específicas varían según el nivel socio-económico y el lugar en donde vivimos pero hay ciertos puntos clave en común a pesar de las diferencias.

De ahora en más pasaré a denominarla “Generación ¿Y?” porque el ¿y? como pregunta está latente en todo lo que hacemos: ¿Y para qué voy a estudiar algo que me permite sólo «ganarme la vida» si no voy a ser feliz? ¿Y para qué voy a trabajar miles de horas si no voy a poder hacer lo que realmente me apasiona? ¿Y para qué voy a trabajar en tu empresa? ¿Qué sentido tiene? ¿Trabajar 11 meses al año y tener solo 15 días de vacaciones? ¿9 o 10 horas por día? ¿Y? ¿Y? ¿Y? ¿Cuál es el propósito y el sentido de este sistema actual? Observamos que el mundo está en crisis y que los seres humanos estamos en crisis con constantes desbordes emocionales. Estamos hartos de todo y buscamos darle un sentido más profundo y trascendente a la vida, eso es lo que está implícito y latente mayormente en esta generación.

Dicen que somos narcisistas y egocéntricos; que nos falta compromiso; que retrasamos el ingreso a la edad adulta; que la tecnología es una prolongación de nuestro cuerpo físico; que rechazamos las formas y paradigmas de la generación X, la generación de nuestros padres; que tenemos una tendencia a la vagancia; que el famoso «American Dream» no va con nosotros; que no nos satisface tener un trabajo “normal”; y que sólo nos importa divertirnos y vivir la vida.

También dicen que somos más solidarios y que cooperamos más que la generación anterior, que somos “multitasking”, es decir que podemos realizar varias tareas a la vez, que tenemos menos prejuicios y mayor libertad y que estamos abiertos al cambio, buscando la felicidad en todo lo que hacemos.

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Cuando leía las notas e investigaciones sentía que todos los que escribían, por lo general todos «X» (la generación anterior) nos juzgaban y criticaban por ser diferentes a ellos, por querer romper los paradigmas tradicionales que nos dicen cómo vivir, qué comprar, dónde trabajar, cómo rezar y cómo educar. A pesar de que me siento muy identificada con algunos puntos de sus descripciones creo que hay un gran punto en común en todos los «Y», en algunos en un estado consciente y en otros en un estado inconsciente: la búsqueda de sentido a la vida y a todo lo que hacemos.

En las generaciones anteriores estudiar, encontrar pareja y trabajar eran los típicos sueños y objetivos principales. Hoy ésto está cambiando, pero no porque no apostemos al amor, al trabajo y a los sueños, sino porque apostamos de una manera y con formas diferentes. En este nuevo mundo, la experimentación y la búsqueda son la clave… ahora yo me pregunto… ¿Con qué valores debemos afrontar esta búsqueda de un nuevo paradigma? Indudablemente los viejos sistemas se están cayendo, el mundo está en crisis en todos sus ámbitos: social, económico, religioso y político. Ésta búsqueda debe estar guiada por valores para poder encontrar el famoso equilibro entre la represión vivida y el libertinaje actual.

El combustible es la pasión y el propósito es encontrarle el sentido a la vida, a lo que hacemos, a en donde trabajamos. El sentido de ser felices y disfrutar la vida. Y esa felicidad debe ser colectiva. Observamos que los métodos anteriores fracasaron, la mayoría de las parejas están separadas y la gente camina por las calles amargada rogando a que llegue el fin de semana. Si todos estuviésemos haciendo y viviendo de lo que nos hace felices, esto no sería así. Pero vuelvo a lo mismo, trabajos que no nos gustan pero que necesitamos para ¿vivir? ¿O para sobrevivir? Nos siguen diciendo que estudiemos y trabajemos para ganarnos la vida y no para ser hombres y mujeres que sirvan al mundo, a un mundo que nos necesita y que está siendo destruido por esos viejos paradigmas. Nos piden respeto cuando constantemente nos faltan el respeto con su falta de coherencia y su falta de ser ejemplo de lo que predican. Necesitamos, sin duda alguna, construir un nuevo paradigma, pero necesitamos no olvidarnos de los valores que van a ser el sustento principal con el que vamos a construirlo.

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Siento en mi interior que estamos viviendo un momento muy importante, una etapa de transición entre un viejo paradigma y uno nuevo. Muchos cambios en todos los ámbitos. Mucho avance tecnológico que si no está acompañado por un avance en la conciencia, corremos peligro. Debemos cambiar para equilibrar el desarrollo de la mente con el del corazón. Debemos respetarnos los unos a los otros, debemos abrir nuestro corazón al gran cambio. Respeto, alegría, esperanza, agradecimiento, valoración, oportunidad… son las palabras y los valores que necesitamos para trabajar juntos, los “X” con los “Y”, para trabajar juntos por el presente y por el futuro, por las futuras generaciones, porque no podemos permitirnos que su futuro sea nuestro presente actual o uno peor. Porque todo niño de hoy merece el mejor futuro que nos podemos imaginar. Animémonos a soñar juntos, a soñar con un mundo sin diferencias, sin violencia, sin dinero, sin pobreza, sin gobiernos plurales, sin límites geográficos y sin límites culturales y mentales. Soñemos con un mundo en el que todos elevamos nuestra condición de ser humano a ser “algo más”. 

F.M.